¿Preciosas verdad? que maravilla de colores, solo de verlas dan ganas de comer, pero me pregunto porque existe esa dejadez a la hora de presentar las golosinas, siempre todas juntas, da igual de que clase sean, mezcladas en la misma bolsa de plástico transparente con un solo nudo hecho a mano, todas huelen y saben igual, se mezcla el olor de todas ellas, definiendo un mismo olor y sabor para todo lo que hay en la bolsa, un clásico.
Pues este clásico forma parte de una cultura que se da de bruces con lo higiénicamente correcto y con lo permitido por los criterios sanitarios en muchos casos, las etiquetas brillan por su ausencia ¿donde puedo ver los ingredientes? por mucho que mire y remire en las clásicas tiendas de chuches o confiterías que todos conocemos, no veo nada que me recuerde a una etiqueta técnica indicando los ingredientes, la fecha de consumo preferente, el lote, la fecha de envasado o alguna referencia sobre la procedencia de ese producto. Si es por falta de espacio, por ejemplo, una página web serviría, en la misma tienda incluso, aqui podría consultar todas las cuestiones sobre el producto, no hay nada a la vista, solo las golosinas, no dudo que se pueda consultar y que sea legal, pero la eficiencia en la compra y el pragmatismo nos impiden hacerlo en el 99% de los casos.
Da igual lo que queramos comprar en la tienda de golosinas, todo lo echamos a la misma bolsa y pareciendo que todo está compuesto de lo mismo, introduzco cada una de ellas el mismo contenedor, una anodina bolsa de plástico. A juzgar por su olor o sabor, lo único que las diferencia, aparentemente, es la forma y el color.
Tengo la absoluta seguridad que si esto se hace así es por algo, si las normas sanitarias lo permiten también será por algo y por algo será que no me importe desconocer, que es lo que me estoy metiendo en la boca en un cine cuando elijo dentro de esa bolsa de golosinas, que he comprado compulsivamente antes de entrar, una chuche cualquiera y nunca mejor dicho.
Es nuestra responsabilidad elegir bien una golosina para nuestros hijos, para nuestra familia o para nosotros mismos, es un momento de placer, pero alimento al fin y al cabo, ya que se va a procesar como tal. Como dijo Hipócrates “Que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina”.
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